jueves, 17 de febrero de 2011

quédate a dormir

Se despertó en medio de una cama revuelta, medio desnudo y en una habitación que olía a canela y piñones.

Le había hecho prometer varias veces que si se quedaba era solamente para dormir. No había accedido a dormir allí hasta que se lo hubo asegurado una y otra vez. Pero le había mentido. Sí, es verdad que se había limitado a acostarse a su lado, mantener una conversación hasta que el sueño no les dejaba más que decir estupideces y que ni siquiera le había puesto una mano encima; pero le mintió; se sentía engañado, y de la peor manera posible.

Nada más dormirse, él, contradiciendo sus promesas, se había metido en sus sueños. Apareció en ellos y le hizo el amor en una cantidad, calidad y variedad de formas que jamás antes hubiera podido imaginar. Llenó todos sus sueños de aquella noche de placer, creatividad, tranquilo reposo, experimentos, ganas de piel y olor a cuerpo vivo.

Ahora se sentía enamorado de él, y de una forma de lo más adictiva; había enamorado a sus sueños, algo que convertía aquel amor en irremediable, irreversible e irracional; un amor peligroso. Sólo le quedaba esperar que él no se hubiera dado cuenta.

Pudo ver su silueta entrando a contraluz por la puerta. Adivinó por la forma que veía a través de sus ojos entrecerrados que estaba desnudo y que llevaba una bandeja. Ahora la habitación olía a canela, piñones y café. No podía dejar de pensar en que debía evitar a toda costa que él notase lo que había soñado, y cómo se había sentido haciéndolo.

Él lo miró mientras se acostaba gateando encima de su cuerpo. No veía nada a contraluz, pero sabía que le estaba mirando con esa sonrisa suya, mezcla de atracción y amenaza. Si las plantas carnívoras tuvieran cara, estaba completamente seguro de que antes de devorar a su presa, sonreirían de esa manera. Estaba claro que sabía lo ocurrido en el sueño, y se sentía estúpido por haber siquiera pensado que podría habérselo ocultado a sus poderes adivinatorios.

- ¿Otra cabezadita? - Le oyó decir a aquella sonrisa en la oscuridad.

Esta vez durmieron abrazados, entrelazando sus brazos y piernas inocentemente mientras en sueños no dejaban de conocer sus cuerpos, tan a fondo, que aprendieron también algunas cosas de sus almas. Los dos sonrieron en sueños mientras en la bandeja se enfriaba el café.

4 comentarios:

  1. Me ha encantado, y siento repetirme, pero así ha sido, :)
    Me has hecho recordar cosas que quizás no podré ocultar, aunque no sirvan de nada.
    Cuídate, mucho.

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  2. buf... el mundo de los sueños...precioso

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  3. :O ¿cómo has podido saber otra vez lo que sueño?

    es broma, muy bonito, me ha gustado muchísimo. ^^

    ¡un beso!

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  4. Guille que pasada es precioso! me encanta. Escribes genial! sigue así :)
    hablamoos!

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